domingo, 28 de junio de 2009

Experimentos sociológicos históricos. Primera parte

La psicología social es una de las cuatro ramas principales de la psicología. Se dedica a estudiar, mediante método científico cuantitativo, cómo la presencia real, imaginada o implicada de otros individuos ejercen influencia sobre nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos. Habitualmente, la psicología social obtiene los datos en los que apoyar su conclusiones realizando experimentos sociológicos, que son, a grandes rasgos, procedimientos mediante los cuales se trata de comprobar, confirmar o verificar una o varias hipótesis relacionadas con un determinado fenómeno, manipulando las variables que presumiblemente son su causa.

He creído necesaria esta introducción, aunque haya resultado bastante espesita, apuntando conceptos básicos sobre el tema, para tener un punto de partida desde el cual comprender porqué se realizaron los experimentos sociológicos sobre los que trata esta entrada, cómo se obtienen las conclusiones y las pautas seguidas en la interpretación de los resultados. No perdáis detalle de lo manipulable y cobarde que puede ser el alma humana bajo ciertas condiciones, bien estudiadas, o lo sencillo que resulta hacer que afloren los instintos animales más primarios, rechazando el pensamiento racional y confirmando una vez más la famosa reflexión de Thomas Hobbes: "El hombre es un lobo para el hombre".

El experimento de Asch.

Realizados en 1951 y conducidos por Solomon Asch, los experimentos de conformidad con el grupo de Asch buscaban demostrar que la presión social sobre las personas puede inducirlas al error voluntario. Pongo en negrita el adjetivo porque, a mi entender, es el aspecto más significativo de las conclusiones.

El procedimiento.
Los experimentadores, pidieron a unos estudiantes su participación en unas sencillas “pruebas de visión”, del estilo señalar la línea más corta entre tres opciones, responder si una línea era más larga que otra, cuáles tenían la misma longitud, etc. La imagen inferior corresponde a dos cartas empleadas en una de las pruebas del experimento, que consistía en identificar cuál de las tres opciones de la carta de la derecha tenía la misma longitud que la línea de referencia de la carta de la izquierda.

En realidad todos los participantes excepto uno, al que llamaron sujeto crítico, eran cómplices del experimentador, y ya habían recibido instrucciones de éste sobre cómo responder a sus preguntas. El experimento consistía realmente en observar las reacciones del sujeto crítico frente al comportamiento del grupo de cómplices. Se reunía al grupo, compuesto por entre 7 y 9 estudiantes, en un aula donde el experimentador explicaba en qué consistía cada "prueba de visión". El sujeto crítico era colocado, sin que él tuviera conciencia de ello, en un lugar estratégico del aula, más bien alejado, y por lo general era el penúltimo o el último en responder, de forma que conocía la tendencia mayoritaria elegida por los demás participantes. Cada sujeto, uno por uno, daba su respuesta, realizándose un total de 12 ensayos. Al principio, el sujeto crítico se sentía confiado, en la medida que respondía correctamente junto a los otros participantes. Pero cuando el resto de participantes empezaba a dar en conjunto una respuesta errónea, deberíamos suponer que la mayoría de sujetos críticos no se conformarían con responder algo obviamente erróneo. Esto fue lo que ocurrió...

Resultados y conclusiones.
Aunque la mayoría de sujetos críticos contestaba correctamente, muchos demostraban un malestar extremo al hacerlo por el hecho de no coincidir con la mayoría. El dato buscado por el experimento, y en definitiva obtenido, fue el siguiente: un 33% de sujetos críticos se conformaba con el punto de vista mayoritario del resto cuando, a la hora de dar su respuesta, había al menos tres cómplices presentes, incluso aunque la respuesta de la mayoría fuese escandalosamente errónea, como opinar que dos líneas con varios centímetros de longitud de diferencia eran iguales. Evidentemente, cuando los cómplices no emitían un juicio unánime (o inmensamente mayoritario) era más probable que el sujeto disintiera que cuando estaban todos de acuerdo. Los sujetos que no estaban expuestos a la opinión de la mayoría no tenían ningún problema en dar la respuesta correcta. Curiosamente, muchos de los sujetos críticos que respondía equivocadamente para así coincidir con la mayoría, achacaban su error a su propia “mala vista” o a su "falta de juicio", en un evidente y lamentable intento de justificación, a sabiendas de que habían cometido un error voluntario. El objetivo de la investigación era estudiar las condiciones que inducen a los individuos a permanecer independientes o a someterse a las presiones de un grupo, aunque éstas sean contrarias a la realidad. Quedó demostrado significativamente el poder de la conformidad en los grupos, o sea, el grado hasta el cual los miembros de un grupo social cambiarán su comportamiento, opiniones y actitudes para encajar con las opiniones del grupo. Dudamos de nuestra propia opinión si nos damos cuenta de que socialmente está mal vista o es impopular. Mi visión sobre la espíritu humano es más cruel: por naturaleza somos cobardes, y buscamos instintivamente protección. Nada como el grupo para sentirnos seguros, y nada como el aislamiento para saberse desamparado.

El experimento de la cárcel de Stanford.

Fue llevado a cabo en 1971 por un equipo de investigadores liderado por Philip Zimbardo (imagen lateral) de la Universidad de Stanford, y estuvo subvencionado por la Armada de los Estados Unidos, que buscaba una explicación a los conflictos en su sistema de prisiones y en el del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos. Si hallaban dicha explicación, podrían empezar a pensar en soluciones. Puede que a muchos de vosotros os suene, y no sería extraño, ya que en 1999, el escritor alemán Mario Giordano publicó la novela Black Box, inspirada en el experimento, y el también germano Oliver Hirschbiegel dirigió en 2001 la película Das Experiment (El experimento), basada a su vez en la novela de Giordano. También en 2001, la BBC realizó el documental The Experiment, recreándolo con voluntarios. Tuvo que cancelarse por la preocupación pública acerca del bienestar de los participantes.

El procedimiento.

El experimento pretendía recrear con dos grupos de voluntarios las condiciones de vida diaria de una prisión, y así observar cómo afectaba el cautiverio a las autoridades, a los guardias y a los reclusos. Por medio de anuncios en los periódicos, y una oferta de paga de 15 dólares diarios por participar en la “simulación de una prisión”, se reclutaron los 24 individuos que estimaron más saludables y estables psicológicamente de entre los 70 aspirantes presentados. Los participantes eran mayoritariamente blancos, jóvenes y de clase media, y todos eran estudiantes universitarios. Se dividió el grupo de 24 jóvenes en dos mitades: los “prisioneros” y los “guardias”. Aunque se ha llegado a rumorear que los guardias fueron elegidos por tener la complexión física más robusta, en realidad se asignaron los papeles mediante el lanzamiento de una moneda. La prisión simulada se instaló en el sótano del departamento de psicología de la Universidad de Stanford.
Zimbardo, quien se adjudicó a sí mismo el cargo de superintendente de prisión para también participar del experimento, estableció varias condiciones específicas esperando que provocaran desorientación, despersonalización y desindividuación.

Los guardias: recibieron porras y uniformes caqui de inspiración militar. También se les proporcionó gafas de espejo que impidieran el contacto visual con los prisioneros. Su trabajo se regía por un horario, haciendo turnos, al final de los cuales, podían regresar a sus casas. Sucedió que muchos se prestaron voluntarios para hacer horas extra sin paga adicional.

El día anterior al experimento, los guardias fueron citados a una reunión de orientación, donde se les impuso una única regla: estaba prohibido ejercer la violencia física. Eso sí, también les aclararon que su responsabilidad era dirigir la prisión, lo que podían hacer de la forma que creyesen más conveniente. La siguiente cita del propio Zimbardo clarifica cuáles eran esas formas que el experimentador dejaba a la decisión de los guardias, pero que deseaba que se vieran reflejadas en el experimento.
"Podéis producir en los prisioneros que sientan aburrimiento, miedo hasta cierto punto, podéis crear una noción de arbitrariedad y de que su vida está totalmente controlada por nosotros, por el sistema, vosotros, yo, y de que no tendrán privacidad... Vamos a despojarles de su individualidad de varias formas. En general todo esto conduce a un sentimiento de impotencia. Es decir, en esta situación tendremos todo el poder y ellos no tendrán ninguno."
Los prisioneros: sólo podrían vestir batas de muselina, sin ropa interior, y sandalias con tacones de goma, específicamente escogidas por Zimbardo para forzarles a adoptar “posturas corporales no familiares” y contribuir a su incomodidad. Se les designaría por números en lugar de por sus nombres, los cuales llevarían cosidos a las batas. Para simular que tenían las cabezas rapadas, a semejanza de los reclutas durante su instrucción, llevarían medias de nylon en la cabeza. Además, deberían cargar durante todo el experimento con una pequeña cadena alrededor de sus tobillos como “recordatorio constante” de su encarcelamiento y opresión.
Con los prisioneros no hubo reunión previa. Simplemente debían esperar en sus casas. El día que comenzase el experimento, recibirían una visita en su domicilio. Sin previo aviso fueron detenidos por policías reales del departamento de Palo Alto e imputados por un delito de robo a mano armada. Todos ellos sufrieron el procedimiento habitual de detención policial, incluyendo la toma de una fotografía, de huellas dactilares, la lectura de sus derechos... Cuando el proceso finalizó, fueron trasladados a la prisión ficticia, donde fueron desnudados, despiojados, y tomaron posesión de sus nuevas identidades y su nuevo vestuario (incluyendo la media para el pelo y la cadena para los tobillos.
Los acontecimientos.
Desde el principio, el experimento se descontroló terriblemente. Voy a narraros una serie de los acontecimientos más destacados que se fueron sucediendo durante solamente cinco días, porque el primero resultó relativamente anodino.
El segundo día se desató un motín. Los guardias se ofrecieron voluntariamente a hacer horas extras y disolver la revuelta, atacando a los prisioneros con extintores y disparándoles chorros de espuma, sin la supervisión directa del equipo investigador. Desde ese momento, los guardias empezaron a dividir a los prisioneros situándolos en bloques de celdas para "buenos" y "malos", levantando así las sospecha de la existencia de algún informante entre ellos. Los recuentos, inicialmente ideados para que los prisioneros se familiarizaran con sus números identificativos, evolucionaron hacia experiencias traumáticas en las que los guardias atormentaban a los prisioneros y se les imponía castigos físicos.
El derecho a ir al lavabo pasó a ser un privilegio, a menudo denegado. Se retiraron los colchones de las celdas ocupadas por los "malos", obligándoles a dormir desnudos en el suelo. La comida comenzó a ser negada frecuentemente como castigo. También se les obligó a ir desnudos y a llevar a cabo actos homosexuales como humillación.

El cuarto día, ante el rumor de un plan de fuga, Zimbardo y los guardias intentaron trasladar el experimento a un bloque de celdas reales de la policía, pero se rechazó su petición... ¡¡alegando preocupaciones por el seguro!! El sadismo de los guardias no dejó de incrementarse, particularmente por las noches, cuando pensaban (erróneamente) que las cámaras estaban apagadas. Aproximadamente un tercio de los guardias mostraron lo que fue definido como "tendencias sádicas genuinas".
Una nueva estrategia de Zimbardo y los guardias consistió en ofrecer la "libertad condicional" a cambio de la paga (recordad, los 15 dólares diarios por los se habían presentado al experimento...) La mayoría de los prisioneros aceptó el trato. Pero cuando la "libertad condicional" fue rechazada, ninguno abandonó el experimento, lo cual llevó a Zimbardo a reafirmarse en su tesis de que los participantes habían internalizado sus papeles, ya que no tenían ninguna razón para seguir participando si eran capaces de rechazar la compensación material para abandonar la prisión.
Mientras tanto, algunos prisioneros comenzaron a mostrar desórdenes emocionales agudos. Los llantos y el pensamiento desorganizado se volvieron comunes. Dos de los jóvenes sufrieron traumas tan severos que tuvieron que ser retirados del experimento y reemplazados por nuevos prisioneros. Uno de ellos, nada más llegar y tomar conciencia de lo que estaba sucediendo, inició una huelga de hambre. Fue recluido en confinamiento solitario durante tres horas. El resto de prisioneros lo tomaron como un alborotador que les causaría problemas. Ante estas expectativas, los guardias ofrecieron dos alternativas: podían entregar sus mantas o dejar al rebelde en confinamiento solitario durante toda la noche. Ninguno de ellos durmió sin sus mantas...
El experimento finalizó prematuramente al sexto día. Christina Maslach, una estudiante introducida para realizar entrevistas, objetó que la prisión mostraba unas pésimas condiciones. Zimbardo se percató de que, de las más de cincuenta personas externas al experimento que habían visitado la prisión, ella fue la única que cuestionó su moralidad. Por cierto, que varios guardias expresaron su descontento con esta decisión.
Conclusiones.
Como se trató más de un trabajo de campo, fue imposible llevar a cabo los controles científicos requeridos por el método científico cuantitativo. Si a esto le sumamos que Zimbardo no fue un mero observador neutral, sino que controló la dirección del experimento como superintendente, las conclusiones y las observaciones de los investigadores son muy cuestionadas por su subjetividad y la falta de ética del experimento en sí, siendo muchas las voces que se preguntan si se podrían generalizar los resultados del experimento (entre ellos, mi admirado Erich Fromm)
Pero alguna conclusión sí podemos extraer, como que el experimento demuestra la impresionabilidad y la obediencia de la gente cuando se les proporcionan una ideología legitimadora y el apoyo institucional. Esta pauta la veremos nuevamente cuando hablemos sobre el experimento de Milgram (que además era sobre el que quería publicar esta entrada, pero me he ido liando, liando...)

Para mí, Zimbardo tenía razón en su teoría de que los participantes internalizaban sus papeles, tanto los guardias, obviamente, desde su posición de adictiva sensación de poder, como los prisioneros, reafirmados como clase oprimida y con algo que une mucho: los enemigos comunes.
Una conclusión más, de andar por casa, y de cosecha propia, sería esta: los prisioneros sufrieron las humillaciones de los guardias, su tratamiento sádico y sus castigos. Conocen el dolor y las consecuencias de estos actos. Pero si se cambiaran los papeles, ellos actuarían de igual forma, haciendo uso de los mismos métodos represores y las mismas herramientas a las que tuvieran acceso. Nuevamente, el alma humana sale bastante mal parada cuando es llevada al límite. A la primera señal de necesidad, el abuso de poder salta las trincheras y se hace con el dominio. Crueldad gratuita, venganzas pretendidamente anónimas, tendencias sádicas genuinas, como mencionan los mismos autores... Nada bueno que decir de los humanos después de conocer los acontecimientos de la prisión ficticia...

Dejamos para la semana que viene el resto de experimentos que quería compartir con vosotros y que de hecho ya tengo preparados, pero que harían este post eterno: el mencionado de Milgram, el del Buen Samaritano y, si no sale un post demasiado largo, el de la apatía de Bystander. De todos ellos podemos sacar conclusiones tan útiles e interesantes, como estremecedoras y deprimentes. De vosotros depende con qué cara de la moneda os quedáis.
Alguien ha subido el post a appez, una de esas páginas similares a menéame, y que a mí me resultan mucho más agradables, aunque sólo sea porque no contienen publicidad. Desde este enlace podéis acceder y darle un "meneo" (lo siento, es difícil modificar el vocabulario, y mucho más complicado aún, crear un vocablo nuevo sin la referencia de menéame...).
Fuentes: jesulink, wikipedia (esta, esta, esta, esta, esta y esta)

19 comentarios

Alfonso E. dijo...

Buf... Muy interesante. El segundo lo conocía a raíz de la película y de unas incursiones wikipedísticas. El primero, realmente no. La verdad es que como en toda ciencia, es importante los datos experimentales, pero el "experimentar" con personas, para estudiar comportamientos sociales tiene una necesidad de hilar fino para mantenerse dentro de los niveles éticos aceptables.

Una pregunta (para el que la sepa): ¿se seguirán haciendo experimentos de este tipo? ¿Qué organismo es el que regula los límites de lo que "puede hacerse" y lo que no?

Suso dijo...

Hola Alfonso.

El "Buf..." del principio de tu comentario no me ha sonado nada bien, como diciendo "una entrada espesita, espesita...". De todo tiene que haber, no? Después de leerse este coñazo de post, el siguiente está dedicado a Chiquito, y su ya famoso "Yes, we can-demor, para compensar de tanta seriedad y pesimismo vital ante la raza humana...

A ver, lo normal es que los experimentos no destaquen por su falta de ética, o por sus métodos denigrantes como en el post. Ese es la excepción, y tampoco sé hasta qué punto, cuando se diseña un experimento, se busca la confrontación, andar rozando el límite, por la publicidad que genera. Como decía Helenio Herrera "me gusta que hablen de mí, aunque sea bien...".

Y por supuesto que se siguen haciendo experimentos!! Pero su publicación y sus conclusiones rara vez dan el salto a los medios de comunicación generalistas. Están más dirigidos a profesionales.

Pero en el programa Redes del GRANDÍSIMO Eduard Punset (por cierto, en el blogroll encontraréis el enlace a su sitio) raro es el día que no comentan alguno... A bote pronto recuerdo uno que hicieron ofreciendo en unos grandes almacenes dos productos, uno barato y otro, muy similar, superbarato (a 10 céntimos o así). La mayoría compraban el superbarato. Luego ofrecían lo mismo, el primero al mismo precio, y el segundo gratis, y la gente cogía el primero, pagando... Supongo que debido a una desconfianza innata, que nos hace sospechar si alguien nos regala algo...

Un saludo, Alfonso!!

Suso dijo...

Joder, Alfonso, que no sabía quién eras!!! Ahora ya sí. Tendrás que disculpar el desorden, y que nadie te haya ofrecido una mísera cerveza... ¡¡cómo está el servicio!!! ;)

Muy honrado de contarte entre mis seguidores. Supongo que tú serás de los de leer las entradas mediante los readers, no? Como ya te comenté en vaguedades, sospecho que es práctica habitual entre los que más domináis los temas de la blogocosa... De cualquier manera, espero que sigas pasándote por aquí y comentando de vez en cuando. Ah! La verdad es que el post con el que me has conocido no representa para nada el blog. Creo que, quitando la biogrfía de "Unabomber", es el más largo que publicado. Lo que es seguro es que es el más sombrío y, con diferencia, el más espeso de leer. Créeme, suelo ser más ameno y una vez alguien sonrió leyendo una entrada mía!!! ;p

Un saludo!!

Duncan de Gross dijo...

Hola Suso, interesante post, la verdad es que me sonaba más la segunda parte del mismo a través de la película que ví hace ya unos años ;-)

Suso dijo...

Hola Duncan.

Conocías el grupo principal, pero te faltaban los teloneros, eh? La verdad es que este experimento se movía tan al límite de la ética, que consiguió mucha repercusión: la película que comentas, el libro de 1999 y el documental de la BBC, ya mencionados en el post, pero creo recordar que también dio para una obra de teatro y se intentó hacer otra peli (Madonna tuvo algo que ver con la paralización del proyecto...)

Ya sabes elo que dijo Helenio Herrera: "me gusta que hablen de mí, aunque sea bien...". La controversia vende. El conflicto vende mucho más!!

Por cierto, ¿viste mi gato en tu blog?

Ya me contarás. Un abrazo!!

Duncan de Gross dijo...

Si, jejeje, te costó un poco eh?, jejeje

Suso dijo...

Sí costó un poco, sí. Jejeje... pero a cabezota no me gana nadie...

Fue un despiste, porque tendría que haberme dado cuenta que la imagen que se iba a adjuntar al comentario iba a ser la de mi perfil... pero es que venía de publicar otro comentario en 20minutos, y como la imagen que se adjuntó allí fue la del gato (el avatar que tengo en aquel perfil), me creí que iba a ser igual...

Un fallo tonto que, al menos, no ha producido víctimas humanas de momento... ;)

Un saludo, paisano!!

chk dijo...

jo, no se si la foto de zimbardo sera una pose,pero la mirada, me recuerda a la de sir anthony hopkins al interpretar al canibal hannibal lecter.
.¿el experimento ,no seria una excusa para hacer realidad una perversion del tio este?
bastaba con repasar algunas declaraciones de testigos en el juicio de nuremberg para llegar a las mismas conclusiones.quien dice nuremberg puede decir cualquier victima de cualquier sistema totalitario.
resumiendo,"experimento" prescindible e inutil.
P.D:¿zimbardo esta en el equipo directivo de guantanamo?

Anónimo dijo...

Este experimento a mì parecer es un poco como la vìda mìsma,serìa cuestiòn de saber como opinarìa el "listìllo" de Zimbardo sì se hubiese puesto en el lugar de los presos.Un abrazìsimo amìgo Suso,un post interensantìsimo.Pumuky

Josete dijo...

Uff, digo lo mismo Suso, es genial el artículo y que bien lo desmendrugas.
Tan sólo conocía el de Phipip Zimbardo muy mitificado. Hice yo una entrada que aunque no es un experimento...creo!, ofrecen una gustosa comida a elegir a los presos del corredor de la muerte. Su última comida.
Quizás también experimenten con su última sensación.
De verdad que muy interesante y ameno el artículo.

Paroaria dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Paroaria dijo...

Suso:

No estoy de acuerdo respecto a tu juicio sobre tu propio post, me parece bueno, ameno y seriamente presentado.
Mientras lo leía y leía los comentarios, pensaba algo similar a lo expresado por Chk… estos experimentos, muy sádicos por cierto… muestran lo que se da dentro de las paredes de una cárcel ficticia, pero también lo que se da en la vida cotidiana fuera de una cárcel experimental, simplemente con observaciones minuciosas de nuestras acciones; y ni profundizar en lo que nos acerca la historia, la cual nos muestra que si existe una legitimación aceptada masivamente, o por una mayoría, o por quienes tienen el poder de ejercer un tipo eficaz de violencia, se puede realizar casi cualquier con las personas deslegitimadas, y quienes se sientan legitimados para ejercer poder sobre otro, lo hará, algunos ejemplos, las quemas de brujas, las torturas y humillaciones públicas de los “herejes”, la muerte sin juicios previos de los republicanos españoles a los nacionalistas españoles y viceversa; las muertes, violaciones y torturas de los militares argentinos hacia los subversivos argentinos, y también a la inversa, etc., etc., o aún algo más cotidiano; en nuestros trabajos, ¿no encontramos grupos, que nosotros mismos podemos integrar, y que por sentirse legitimados por la institución y apoyados por la autoridad en función ejercen derechos y poderes que no les corresponden?. Podemos llegar así a la misma conclusión que expones, y me permito extraértela de tu escrito:
…” el experimento demuestra la impresionabilidad y la obediencia de la gente cuando se les proporcionan una ideología legitimadora y el apoyo institucional.”

Anónimo dijo...

El segundo experimento me pareció una chorrada. Como ha dicho paroaria no había que ir muy lejos para ver algo así.

Además, si no recuerdo mal ya se hizo hace bastantes años un estudio muy parecido. Pero en esa ocasión se aleccionaba a jóvenes alemanes para que se sintieran superiores a todo no ario.

Paroaria dijo...

Suso:

Te devuelvo tu gentileza!!! estoy formalmente inscripto en la cátedra de Coscorrón de razón...
Te invito a darte una vueltita a hojear mi primer post, el cual no intenta ser muy exhaustivo ni pretencioso.
Invito también a los demás a http://existirconrazones.blogspot.com/
Saludos

Suso dijo...

Hola chk!!:

Pue qué te voy a decir sobre Zimbardo!! La foto desde luego es inquietante... Y no creo que andes muy desencaminado cuando planteas que el experimento surja de una perversión suya. Es más, seguramente todos los experimentos tengan su origen en "perversiones" de sus ideólogos, en las dudas que tienen sobre el ser humano y su comportamiento en situaciones límite...

Por cierto, eres un cachondo!! No le permitirían formar parte de Guantánamo por blandito... ;)

Un saludo!!

Suso dijo...

Hola Pumuky!!

Pues ya ves, el amigo Zimbardo eligió un puesto en la cadena de mando... Una de las ventajas de ser ideólogo....

Un abrazo!!

Suso dijo...

Hola Josete!!

Podías enlazarme tu post, que me gustaría echarle un vistazo. Desde luego, analizar la última sensación después de la última comida de un condenado a muerte suena bastante retorcido!! Pero ya hay pocas cosas que me sorprendan...

Me alegro que te haya gustado. Objetivo cumplido!!

Un abrazo!!

Suso dijo...

Hola Paroaria!!

Gracias por tu comentario... "bueno, ameno y seriamente presentado" es una crítica excelente!!

A ver, precisamente estos experimentos buscan demostrar, a partir del "método científico cuantitativo", lo que reflejan en sus conclusiones. Es decir, tú puedes estar seguro de que, existiendo una ley de "obediencia debida", la que los militares están obligados a cumplir, cualquier individuo hará cumplir las órdenes que reciba... aunque sean notoriamente injustas. Los experimentos intentan demostrar siguiendo el mencionado método científico que tienes razón.

Lo que tú o yo pensamos, son simplemente opiniones, suposiciones o elucubraciones... Cuando se demuestran, ya son conclusiones científicas...

Un abrazo!!

Suso dijo...

Hola Mosisés!!

Definir como chorrada el experimento es ser muy cruel!! Te digo lo mismo que a Paroaria, que podemos estar muy seguro de cómo reaccionaremos bajo ciertos estímulos, pero que mientras no se respalden con datos, no pasarán de ser opiniones y suposiciones...

Algunos experimentos que miré preparando el post eran bastante absurdos, por "evidentes", pero es la manera de respaldarlos científicamente...

Y este no me parece tan predecible en sus conclusiones. La respuesta de los guardias al tener "poder" sobre los prisioneros, sin ni siquiera conocerlos, fue, para mí, desproporcionada en la mayoría de sus actuaciones. Sin las conclusiones del experimento... ¿tú habrías imaginado que los guardias tendrían tendencias sádicas genuinas?

Un abrazo!!!

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