El material soñado, sus características y ventajas, su hallazgo, los yacimientos, la esperanza de un pueblo, mis utópicos sueños.
El coltan o coltán, abreviatura de columbita-tantalita, es una mezcla de dos minerales, escasa en la naturaleza y que hasta hace poco no pasaba de ser considerado como una simple curiosidad mineralógica: la columbita, una mena de columbio o niobio, y la tantalita, una mena de tántalo, en cualquier proporción. De él se extraen el niobio y, principalmente, el tantalio, metal de transición raro, azul grisáceo, que resiste muy bien la corrosión y el ataque por ácidos, buen conductor de la electricidad y el calor, es capacitor (almacena carga eléctrica temporal y la libera cuando se necesita), dúctil, muy duro y de alto punto de fusión. Todo ello lo convierten en una materia prima fundamental en la fabricación de condensadores para circuitos electrónicos, por lo que podremos encontrarlo en todos los teléfonos móviles del planeta, GPS, satélites artificiales, cámaras fotográficas, videoconsolas, MP3, el ordenador gracias al cual estás leyendo este post o el router que ahora mismo te conecta con Internet...
Pero el "oro azul", sobrenombre con el que es conocido el tantalio, presenta otra importante cualidad, además de las ya citadas, que con total seguridad, es la característica más deseada y admirada por la industria de las nuevas tecnologías: es extremadamente compacto. Se podrían hacer condensadores con otros metales como el aluminio, y funcionarían exactamente igual, pero ocuparían muchísimo más espacio. Se comprende rápidamente porqué el coltán es el componente esencial a la hora de fabricar equipos miniaturizados.
Tratándose de una de las materias primas más solicitadas del planeta, las naciones donde se encuentren las mayores reservas del mineral deberían sentirse privilegiadas. La explotación minera necesaria para la extracción del coltán (me gusta más cómo suena la palabra siendo aguda, de ahí la tilde...), amparada en la certeza de una demanda constante y con la tranquilidad que proporciona un precio en origen tan estable como elevado, debería repercutir positivamente en la riqueza global del país, y, sobre todo, mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, en forma de creación de empleos directos, indirectos, elevando la renta per-cápita, y modificando a la alza todos esos valores macro-económicos tan complejos de interpretar, y con los que se valora el grado de desarrollo de un país. Así deberían suceder las cosas en un mundo que presumiera de poseer un mínimo de justicia social y de solidaridad. Pero este utópico sueño, como ya sospecharéis, se tornó pesadilla, convirtiendo al coltán en la causa (más bien la excusa, la justificación) de una serie de sucesos que, como humano, han conseguido hacerme sentir avergonzado de pertenecer a la misma especie de los que consienten, instigan y apoyan la muerte de millones de personas, todo por anteponer sus intereses económicos frente a cualquier eventualidad. Antes, un rápido resumen para situar los países que albergan las mayores reservas conocidas de coltán, y qué proporción de materia prima se estima que posee cada uno de ellos:
El mayor productor de tantalio es Australia, aunque también se explota en Canadá, Brasil, China y en la República Democrática del Congo. Según un informe de la Universidad de Michigan, las mayores reservas estimadas de coltán están distribuidas, porcentualmente, de la siguiente forma: Brasil alberga el 5%. Tailandia, otro 5%. En Australia dispondríamos del 10% del total. Pero es la República Democrática del Congo la que acapara en torno al 80% de las reservas mundiales estimadas, aunque sus reservas base son prácticamente desconocidas para todos ellos. La mayor parte de los yacimientos del Congo se encuentran al este del país, próximos a la línea fronteriza que separa el país de Uganda, Ruanda y Burundi, en la zona conocida como Región de los Grandes Lagos de África. Los siguientes mapas os ayudarán a colocar correctamente todos los países mencionados en África a partir de la ubicación de la República Democrática del Congo, en rojo justo bajo estas líneas. Como siempre, para mayor detalle, amplía las imágenes clicando sobre ellas.
El siguiente mapa amplía la zona del continente africano ocupada por el Congo. También podéis situar ya los países ya citados en el párrafo anterior: Uganda y Ruanda, protagonistas importantes de esta entrada, por su maligna y dañina actuación. La gran masa de agua que separa el Congo de Tanzania es el Lago Tanganica. Como veis, está remarcada con un rectángulo rojo la localidad de Bukavu, como ayuda para interpretar el tercer mapa, donde se sitúan los yacimientos de coltán, representados con cuadritos blancos, y que es una nueva ampliación de la zona....
Los hechos, los responsables, las causas, las consecuencias, el pacto de silencio mediático, la connivencia occidental y mi propia indignación.
Tras un convulso siglo XX para la República Democrática del Congo, plagado de guerras, ocupaciones coloniales, dictaduras, crisis políticas, gobernantes corruptos y casi cualquiera de las calamidades que se os ocurran, detenemos la línea del tiempo en agosto de 1998. En esa fecha, los ejércitos de Ruanda y Uganda (abiertamente apoyados por Estados Unidos) ocupan parte del territorio del Congo, bajo el pretexto de proteger a la población tutsi del Congo, iniciándose así la Segunda Guerra del Congo, también conocida como Guerra del coltán. Los verdaderos motivos ya los imaginaréis: el control de los yacimientos de coltán. Kagame, presidente de Ruanda y Museveni, presidente de Uganda, lideraron la conquista de la capital del Congo, Kinshasa, y pusieron a cargo del país a un amigo, Laurent Kabila, quien les devolvió el favor en forma de concesiones mineras para empresas afines, como la Barrick Gold Corporation, de Canadá, la American Mineral Fields, en la que Bush padre era uno de los mayores accionistas, o la sudafricana Anglo-American Corporation, tejiendo una maraña de indecentes alianzas comerciales de carácter estratégico y militar, entre los gobiernos de Uganda y Ruanda y las principales economías de occidente, con el fin de traficar y procesar minerales del Congo. El 17 de diciembre de 2002 se firmaba el “Acuerdo Global e Inclusivo de Pretoria”, con el que se puso término "formal" a la Segunda Guerra del Congo. Las consecuencias más tristes: se estima que aproximadamente 5,5 millones de personas han perdido la vida desde el comienzo del conflicto, la mayoría de ellas por hambre y enfermedades prevenibles y curables, lo que supone el mayor número de muertes desde la Segunda Guerra Mundial, y eso sin contar los millones de desplazados y refugiados en los países vecinos.
Sería imposible aquí exponer todos los motivos, consecuencias, naturaleza del conflicto, facciones o extrañas alianzas que la Guerra del coltán ha ido dejando por el camino. Os aconsejo seguir los enlaces propuestos para conocer con más profundidad tantas cosas que me dejo en el teclado sin escribir. Pero algunas historias sí deben ser contadas, a ver si a más de uno le diera por leerlas y se le cayera la cara de vergüenza... Para empezar, el dato humano: más de 10.000 personas trabajan a diario extrayendo el coltán para los ejércitos invasores. La mayor parte la componen niños que trabajan en régimen de semiesclavitud en minas aluvión (a ras de tierra) y prisioneros hutus, a los que se les ofrece una reducción de condena en función el tiempo y la cantidad de mineral extraído. Se estima que cada día mueren en el Congo 2.000 niños y campesinos en torno a las minas de coltán. Incluso más dramática me suena la frase de Vázquez-Figueroa, publicada en ABC el 12 de noviembre de 2008: "Cada kilo de coltán cuesta la vida de dos niños".
Reparto del Congo entre los invasores.
Las zonas con riqueza mineral quedan dentro de su influencia.
Las zonas con riqueza mineral quedan dentro de su influencia.
El ejército ruandés, por ejemplo, transporta el coltán expoliado hasta su país, donde se trata y purifica antes de ser exportado a Estados Unidos, Alemania, Holanda, Bélgica o Kazajstán. En muchas ocasiones, su estrategia consiste en lanzar ataques relámpago con el fin de robar los cargamentos "legales" ya preparados para la exportación. La compañía aérea belga Sabena era la encargada del transporte ilegal del mineral desde Kigali (capital de Ruanda) hasta Bruselas. Tras fuertes presiones internacionales, se vieron obligados a suspender el servicio en 2001. Pero no tardaron en aparecer rutas alternativas: Mombasa (Kenia), Dar es Salam (Tanzania), por lo que el contrabando no ha cesado en ningún momento.
La ONU ha denunciado repetidas veces la ilegalidad de estos comportamientos, señalando que el mineral distibuido desde Uganda y Ruanda es fruto de lo que Kofi Annan denominó "el saqueo del Congo", y acusando a estas naciones de contrabandistas. Según un informe del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el tráfico ilegal del mineral ha supuesto para Ruanda el ingreso, en sólo 18 meses, de unos 250 millones de dólares, cuatro veces su presupuesto anual de defensa. Otros datos contundentes: Uganda, que no posee yacimientos de diamantes, vendió en 2000 por valor de 1.263 millones de dólares. Tampoco extrae coltán, pero en 1999 exportó 69,5 toneladas... Y a todo lo anterior habría que añadir que, como la mayor cantidad del mineral sale de África de contrabando, sus ganancias no vuelven como beneficio para el pueblo africano, sino en forma de armas para los grupos rebeldes, quienes se encargan de mantener enmascarada la situación de inestabilidad en la región .
¿Y qué opina la comunidad internacional de todo esto? Pues aparte del libro de Alberto Vázquez-Figueroa que podéis ver a la derecha, poco más (por cierto, el subtítulo que casi no se aprecia en la imagen, dice "El dinero sucio de sangre, con sangre se limpia"). Desde que en 1998 comenzara la Guerra del coltán, sólo las Naciones Unidas y alguna ONG como Human Right Watch o la sudafricana South Africa Resource Watch, han levantado su voz, sin obtener ninguna repercusión mediática, por supuesto. ¿Alguien se extraña? Mientras tanto, las Instituciones Internacionales (me refiero al FMI y al Banco Mundial) y los gobiernos interesados en que no cese el suministro del mineral en las ventajosas (para ellos) condiciones actuales, no se conforman con la cobarde postura de mirar hacia otro lado, sino que nos dejan actuaciones tan deshonestas como estas: la agencia de ayuda británica (DFID) concedió, en septiembre del año 2000, un préstamo al gobierno ruandés de 95 millones de dólares, bajo el epígrafe de "ayudas al desarrollo". Ruanda y Uganda no sólo se beneficiaron durante el periodo de guerra de la ayuda de los países donantes (militar y económica, por supuesto), sino que parte de sus deudas externas fueron canceladas. Incluso han sido premiadas con un escandaloso reconocimiento estadounidense, cercano a la provocación, como modelo de desarrollo económico. Y yo me siento indignado frente a este descarado posicionamiento de Estados Unidos junto a dos países abiertamente beligerantes, invasores y expoliadores. Es muy injusto que puedan emplear esta doble vara de medir, y decidir qué actos son lícitos y cuáles afectan a la manipulable "justicia mundial" y necesitan de su intervención estelar en el papel de "policía democrática planetaria"...
La ONG South Africa Resource Watch ha publicado una lista de empresas supuestamente implicadas en el comercio ilegal del coltán, de las que no me suena casi ninguna. Así que, buceando un poco más en la web en busca de algún otro listado "acusica", descubro un informe elaborado por el IPIS (Servicio de Información para la Paz Internacional), según el cual, las principales empresas tecnológicas occidentales están perfectamente informadas de la situación, y financian directa o indirectamente la guerra. Nombres como Alcatel, Compaq, Dell, Ericsson, HP, IBM, Lucent, Motorola, Nokia o Siemens utilizan compuestos que contienen tantalio de contrabando, al igual que las compañías que fabrican estos componentes como AMD, AVX, Epcos, Hitachi, Intel, Kemet o NEC. Ellas son las grandes beneficiarias y, en definitiva, las grandes responsables del genocidio congoleño. Por supuesto, todas niegan estas afirmaciones categóricamente. Algunas, incluso, defienden su suministro de coltán, argumentando razones tan científicas como esta: "Hemos solicitado a los proveedores garantías por escrito de que el mineral empleado en nuestros productos no procede de la República Democrática del Congo" (comunicado de la multinacional estadounidense Motorola). O esta otra: "Todo lo que podemos hacer es preguntar, y si éstos (los suministradores) dicen que no viene del Congo, tenemos que creerles" (Outi Mikkonen, jefe de prensa para asuntos de medio ambiente de la finlandesa Nokia. No consta que se pusiera colorado ni le creciera la nariz mientras realizaba estas declaraciones). Pero fijaos en la respuesta del CSIC: "Quien afirme que resulta imposible saber si el coltán procede del Congo, miente". "Existen criterios mineralógicos e isotópicos que, en caso de que fueran yacimientos genéticos diferentes, podrían ayudar a determinar su origen exacto", en boca de Jesús Martínez-Frías, geólogo y vicepresidente de la Comisión Científica de las Naciones Unidas. ¿A quién creer?
Pero también hay que decir que algunos fabricantes de aparatos electrónicos han decidido, por motivos éticos, dejar de lado esta zona del mundo como suministradora de la materia prima, eligiendo otras fuentes. Por más que he buscado, no he sido capaz de encontrar una página donde aparezcan los nombres de estas empresas. Si alguien sabe dónde mirar, que lo escriba en un comentario. y actualizamos inmediatamente la entrada..
El epílogo, lo que pudo ser, la demostración de fuerza de los invasores, la desesperanza, la vergonzosa actitud de occidente.
A última hora me encuentro con un informe demoledor sobre la situación actual , que no puedo pasar por alto, y con el que termino. En 2007, China firmó con el gobierno congoleño unos acuerdos que implicaban la inversión por parte del país asiático de 10.500 millones de dólares en infraestructuras, carreteras, puertos, aeropuertos y hospitales, a cambio de 10 millones de toneladas de cobre y 60.0000 de cobalto y otros minerales. El gobierno chino incluso pagaba entre un 20 y un 30% más que las compañías occidentales por tonelada de mineral extraída. La firma de los contratos entre gobiernos se produjo en el mes de agosto. A finales de ese mes, viendo como perdían la partida frente a la propuesta asiática, Laurent Nkunda, uno de los líderes de los guerrilleros rebeldes del Congo (por cierto, acusado de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, contra el que hay una orden internacional de busca y captura emitida por el Tribunal Penal Internacional desde septiembre de 2005), con apoyo ruandés y de las compañías mineras occidentales, iniciaban la conocida como Batalla de Goma, centrando los combates en la frontera este, por supuesto, la más rica en minerales de todo el país, con lo que pretendían controlar los yacimientos de la provincia de Kivu del Norte. Una vez obtenido el control minero, el acuerdo con China quedaría anulado y olvidado, ya que gobierno del Congo no podrían cumplir con su parte, y todo seguiría como antes.
Insisto y me reafirmo: Miserables intereses comerciales. Esa es la realidad del conflicto y no otra.
Fuentes: wikipedia (esta, esta, esta, esta, esta y esta), mejorarelsistema, el país, xtec (donde encontré un artículo del diario El País, con fecha 02-09-2001, y al que no pude acceder desde su fuente original), publicacions, el proyecto matriz.