El principal logro de la
Pioneer 11 fue el descubrimiento, en septiembre de 1979, de anillos adicionales en Saturno, así como dos nuevos satélites que sumar a los ya conocidos del gigante gaseoso. Unos años antes, en diciembre de 1974, aprovechando su paso junto a Júpiter, envió imágenes detalladas de la Gran Mancha Roja (imagen inferior), realizó las primeras observaciones de sus regiones polares y determinó la masa de Calisto.
Actualmente, ambas sondas Pioneer prosiguen su viaje, aunque se considera que ninguna de ellas sigue en funcionamiento. La última señal de la Pioneer 10 fue recibida el 23 de enero de 2003, cuando se encontraba a 12 mil millones de kilómetros de la tierra. Posteriormente se ha intentado, sin éxito, contactar con ella en dos ocasiones: el 7 de febrero de 2003 y el 4 de marzo de 2006, la última vez que su antena estaría correctamente alineada con la tierra.
Además de cumplir con éxito su misión original, consistente en el envío masivo de fotografías detalladas de Júpiter y Saturno y de sus lunas, la
Voyager 1, en su paso junto a Io (una de las cuatro lunas principales de Júpiter), detectó por primera vez actividad volcánica fuera de la Tierra, algo que había pasado inadvertido para las Pioneer 10 y 11. Asimismo, descubrió que Titán, la mayor luna de Saturno, contaba con atmósfera. A raíz de este hallazgo, los controladores de la misión decidieron que la sonda hiciera un acercamiento más cercano a este satélite, sacrificando así las siguientes etapas de su viaje: Urano y Neptuno, que fueron visitadas por su gemela Voyager 2.
Impresionante secuencia de imágenes de Júpiter, enviadas por la Voyager 1. Cumplida su misión, aprovechó el impulso gravitatorio de su segundo acercamiento a Titán, para acelerar y salir despedida a una velocidad de unos 17 km/s. A día de hoy, es el objeto fabricado por el hombre más distante de nuestro planeta, a una distancia de unas 110 unidades astronómicas, casi 16.500 millones de kilómetros.
Curiosamente, la sonda
Voyager 2 despegó el 20 de agosto de 1977, 16 días antes que su gemela. El 24 de enero de 1986 logró su máximo acercamiento a Urano, descubriendo 10 nuevas lunas del planeta. Aunque lo más significativo de la misión fue el cálculo de la inclinación de su campo magnético. Su eje de rotación, ya conocido, es de 97,77º, lo que hace que Urano no gire alrededor del Sol como la Tierra, sino que, literalmente,
ruede en su movimiento de traslación, debido a que su eje es práticamente horizontal. Como consecuencia, su campo magnético está
inclinado 60º respecto al eje de rotación, obligado a describir un movimiento de sacacorchos en torno a él, algo único en nuestro Sistema. La imagen de la derecha corresponde a Neptuno, y fue enviada por la Voyager 2 en agosto de 1989. Finalizada su misión principal, la sonda fue dirigida hacia Tritón, gran luna de Neptuno, de donde salió despedida, gracias a la técnica de impulso gravitacional, a una velocidad de 14,8 km/s, en distinta dirección que su gemela, pero con un destino, me temo, idéntico: el vacío, la oscuridad, el silencio, el frío y la soledad de las zonas interestelares de nuestra galaxia...
Aunque la posibilidad de que alguna civilización extraterrestre detecte e intercepte cualquiera de las sondas, estaréis de acuerdo conmigo, sea prácticamente nula, los científicos de la NASA accedieron a incorporar en las naves
unas placas con información sobre el ser humano y la situación de nuestro planeta, una especie de
mensaje en una botella interestelar. Adheridas al soporte de la antena parabólica de las Pioneer, viajan dos placas idénticas, de aluminio anodizado al oro (imagen inferior), diseñadas por Carl Sagan y Frank Drake, y dibujadas por
Linda Salzman Sagan, esposa del primero, sólo tres semanas antes del lanzamiento de la sonda.
La explicación del contenido de la placa es la siguiente: las figuras humanas se encuentran dibujadas sobre el perfil de las sondas Pioneer, señalando así el tamaño de nuestra especie. La mano del hombre se representó alzada por tres motivos: el primero, como signo de paz y buena voluntad, el segundo, para mostrar que nuestro miembros son móviles, y el tercero, para indicar la oponibilidad de nuestro pulgar. La imagen situada arriba a la izquierda representa una inversión en la dirección de spin del electrón en un átomo de hidrógeno, el elemento más abundante en el universo. Esta transición es un fenómeno universal que ninguna civilización tecnológica puede desconocer, y que provoca una línea característica de 21 centímetros de longitud de onda en el análisis espectrográfico. Abajo a la izquierda, un haz de 15 líneas que parten radialmente de un mismo punto. El punto central es nuestro Sistema Solar, y las líneas indican la dirección de los 14 púlsares más significativos visibles desde nuestra posición. En cada línea, en sistema de numeración binario, está incluida la secuencia de pulsos de cada uno. La longitud de cada una de ellas indica la distancia de cada púlsar al Sol, y la marca final muestra la coordenada Z de la posición del púlsar perpendicular respecto al plano galáctico. Teóricamente, si un científico extraterrestre interceptara la sonda, mediante una simple triangulación podría calcular la posición correcta del Sistema Solar. La decimoquinta línea, la horizontal, que pasa tras las figuras humanas, expresa la distancia desde el Sol hasta el centro de la Vía Láctea. En la parte inferior se representa un esquema del Sistema Solar, con los planetas ordenados según su distancia al Sol, y con una indicación de la ruta inicial de las Pioneer.
A las sondas Voyager, en cambio, se les incorporó un disco de gramófono (recordad que fueron lanzadas en 1977), conocido como
disco de oro, que reproduce sonidos e imágenes que retratan la diversidad de la vida y la cultura en la Tierra, y que puede escucharse en su totalidad
en este enlace. El contenido de la grabación fue seleccionado por la NASA y por un comité presidido, nuevamente, por Carl Sagan. Se eligieron 115 imágenes, sonidos característicos del planeta (de seres vivos como pájaros, ballenas o perros,
naturales como el viento, el mar o un trueno, y otros más inesperados, como un tren o el despegue de un avión), saludos en 55 idiomas, y, por último, una relación de obras musicales por países, la mayoría de música clásica, pero también percusión africana, sonidos aborígenes australianos, folclore mexicano mariachi o
"Johnny B. Goode" de Chuck Berry. Se aprovechó la cubierta del disco para incluir información acerca de nuestra civilización, parte de ella idéntica a la de las placas de las Pioneer, y cuya descripción encontraréis en la siguiente imagen (clicar para mayor detalle).
Pero después de conocer el contenido de los mensajes que llevan a bordo las sondas Pioneer y Voyager, he llegado a la conclusión de que olvidaron añadir algo. Quiero decir que, puestos a enviar datos sobre nuestra especie y nuestro planeta, los responsables podían haber incluido
una información fundamental de nuestro conocimiento científico, con la que contamos desde hace más de un siglo, a la que personalmente otorgo la característica de "universal", y que cualquier civilización tecnológica, con capacidad para interceptar las sondas, debe compartir con nosotros. Y lo que es más importante, al encontrarse frente a ella, estoy seguro de que serían capaces de reconocerla y de identificar su contenido, ya que la forma de organizar dicha información es única.
Si sabéis a qué información me refiero, os animo a publicarlo en un comentario...Fuentes: Wikipedia (esta, esta, esta, esta, esta, esta, esta y esta), axxon, goldenrecord, celestia y heavens-above.