Antes de seguir leyendo y, sobre todo, antes de ver las fotos, os aviso que pueden resultar un poco desagradables. Lo que os vais a encontrar os lo resumo con dos palabras: ojos y agujas hipodérmicas en la misma imagen. No quiero hacer pasar a nadie un mal rato. Pero si estas palabras lo que han logrado es despertar tu lado morboso, no pierdas más tiempo y echa un vistazo a las fotos mientras imaginas que es tu ojo el que recibe el pinchazo...
Imagino que las razones que llevan a alguien a someterse a esta especie de tortura inquisitorial, cuyo fin es únicamente decorativo, deben moverse entre el exhibicionismo más radical, la necesidad de destacar (aunque el mérito es del tatuador, porque el tatuado no pasa de ser un mero lienzo), el afán por considerarse pionero de territorios inexplorados y, quizá la adicción al peligro que sólo se consigue cuando te sometes a prácticas de riesgo y en las que te juegas la vida o, en este caso, la vista, y que más de una vez he oído comentar a deportistas extremos que, una vez probada, te engancha y te obliga a repetir la experiencia. Y en esta ocasión, repeticiones tienen para hartarse, ya que es necesario inyectar hasta 40 dosis de tinta para que el resultado final sea uniforme...
Y por fin, os presento el resto de la cara del valiente, mientras el tatuador le abre el ojo para mostrar el resultado final, lo que me hace pensar que es posible que duela un poco y que se necesiten unos minutos (horas?) para que los músculos vuelvan a responder. También tengo dudas sobre cómo funcionarán las retinas y las pupilas, sometidas a un cambio cromático desde el interior.
Actualización: Buscando alguna foto más del temerario protagonista de este post, he acabado en el blog cuerpoyarte, donde me encuentro con esta otra forma decorar los ojos, quizá menos agresiva, pero que no deja de ser algo inquietante. Esta técnica la ha patentado el Instituto de Cirugía Innovadora Ocular, dentro del Instituto de Rotterdam (Holanda), y consiste en colocar una pieza de platino de unos 3,5 mm de ancho en el globo ocular, dentro de la membrana del ojo. Al parecer, ésta lo asimila y no suele haber rechazo. Se emplea anestesia local (¿otro pinchazo en el ojo?), y no tarda más de 15 minutos. Si alguien se anima a practicar alguna de las actividades propuestas, que ponga un comentario narrando la experiencia.
Fuente: el singular y cuerpoyarte.
2 comentarios
De verdad que "hay gente pa tó". ¡Saludos!
No te animas, Max?
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